lunes, 31 de mayo de 2010

La Ermita "viva"


El pasado sábado estuve paseando por el paraje del Ermitorio de la Virgen de Gracia. El día era espléndido. La lluvia del día anterior había contribuido a intensificar los colores de los árboles y las plantas. Pequeños grupos llegaban al pinar tras recorrer la saludable “ruta del colesterol”. Por la cuesta que bordean las capillas del vía-crucis, subían dos sudorosos deportistas. En la plaza del Ermitorio un grupo de jóvenes ensayaba bailes populares. Otro grupo utilizaba el albergue como lugar de reunión y estudio. De una furgoneta aparcada frente al restaurante descargaban numerosas cajas con pequeños adornos florales. En un banco de la alameda una pareja hablaba quizá de amor o quizá de la hipoteca. A poca distancia otra pareja se prometía amor -¿eterno?-, al celebrar en las “Caballerizas” su matrimonio civil. Contemplar el río desde el puente que lo cruza era todo un espectáculo que combinaba el agua, la vegetación de las riberas y los colores ocres de las canteras. En el pinar varias familias montaban su particular chiringuito –mesas y sillas plegables, nevera portátil, bolsas de comida, ....-, dispuestas a pasar un día de descanso. No faltaban en el recinto algunos paseantes con perros y otros solitarios –como yo-, distraídos o sintiéndose parte de un lugar “vivo”, de un lugar del pueblo y para el pueblo. La foto que incluyo en este comentario que hice la primavera pasada, refleja la misma luz y el mismo color que el sábado embellecía el Ermitorio de la Virgen de Gracia.

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